Agave parryi

El Agave parryi es una suculenta

Imagen – Wikimedia/Zeynel Cebeci

Los ágaves son plantas que se cultivan con frecuencia en los jardines secos. Resisten por igual tanto la sequía como el calor extremo, ese que puede llegar a los 45-50ºC de temperatura. Pero de todas las variedades que hay, si buscas una que sea menos conocida y que destaque por su color, te recomendamos el Agave parryi.

Esta es una especie que puedes cultivar en una rocalla por ejemplo, pero también quedará genial en una maceta de gran tamaño. La única cosa negativa que se puede decir de esta planta es que solo florece una vez en su vida y después se muere, pero hasta que llega el momento pasan unos cuantos años.

Origen y características del Agave parryi

El Agave parryi es una suculenta

Imagen – Wikimedia/Krzysztof Golik

El Agave parryi, conocido popularmente como maguey o ágave, es una especie de crasa que crece en los Estados Unidos y en México. Las hojas crecen formando rosetas, y son muy duras, con los márgenes espinosos. Dichas espinas son cortas en el margen, pero tienen una más larga en la punta o ápice. Como adelantábamos, florece una vez antes de morir, produciendo un tallo floral de hasta 3 metros de altura, del cual brotan racimos de flores amarillas.

Se trata de una planta de color verde-grisáceo, un color que contrasta muy bien con el negro de sus espinas. Es por ello por lo que es idónea para romper un poco con el monocolor que suele haber en los jardines.

¿Cómo se cuida?

Es una especie de lo más resistente, apta para principiantes, y para aquellas personas que no tienen tiempo para cuidar plantas exigentes. Pero hay que tener en cuenta que es muy sensible al exceso de agua, motivo por el que es importante que se plante en suelos ligeros, que se sequen rápido.

Además, si se opta por tenerla en maceta hay que buscarle una lo suficientemente grande para que pueda seguir creciendo, de lo contrario se quedará pequeño. De todas formas, a continuación te explicaremos cómo se ha de cuidar el Agave parryi:

Ubicación

Necesita mucha luz; es más, se ha de cultivar en un lugar soleado, desde muy joven. Incluso los semilleros se pueden tener al sol. Los ágaves, todos, incluyendo nuestro protagonista, necesitan que les dé durante todo el día de manera directa, o como mínimo medio día. Solo de este modo va a crecer bien tu planta.

Si la vas a tener en el jardín, ponla en un lugar donde pueda tener un desarrollo correcto. Plántala a unos 50 centímetros de la pared o muros, y a unos 2-3 metros como mínimo de árboles. Así conseguirás que crezca recto y expuesto al sol.

Tierra

El Agave parryi crece lento

Imagen – Wikimedia/Diego Delso

  • En el jardín: es una planta que tiene que estar en un suelo ligero y bien drenado. En aquellos que son pesados, el agua tarda más en drenarse, por lo que permanecen más tiempo húmedos, que es justo lo que las raíces del Agave parryi no quieren. Por ello, si tu suelo es así, es decir, pesado, compacto y con tendencia a encharcarse, has de hacer un agujero de plantación de un metro de profundidad por 50 centímetros de diámetro, y luego echarle una capa de 30-40 centímetros de greda volcánica, gravilla de construcción, o algún material similar. Luego, podrás plantarlo con tierra para crasas y cactus.
  • En maceta: el sustrato ha de ser igualmente ligero. Si retiene mucho tiempo el agua, va a ser perjudicial para las raíces y, por consiguiente, también para la planta. Por ello, aconsejamos ponerle tierra para suculentas (en venta aquí), o con una mezcla de sustrato universal con perlita a partes iguales. Por cierto, la maceta ha de tener agujeros en su base para que así el agua pueda salir.

Riego

El Agave parryi se ha de regar muy pocas veces por semana. En verano, como hace más calor, se puede regar una vez o como mucho dos, pero solo si la tierra está seca. Recordemos que resiste muy bien la sequía, pero el exceso de agua no. Así pues, si tenemos dudas, lo mejor que podemos hacer es esperar un poco más antes de regar a nuestra planta. Créeme: no le va a pasar nada. Además, aunque pasase sed no sería un problema, porque cuando lo volviésemos a re-hidratar se recuperaría enseguida.

Un caso muy diferente sería que lo regásemos con frecuencia. Entonces sus raíces sufrirían daños irreversibles y, en casos graves, sería difícil recuperarlo. Por ello, solo tenemos que regar ocasionalmente.

Abonado

Es posible abonarlo con un abono para cactus y crasas (en venta aquí) siguiendo las indicaciones del producto. La época idónea para hacer esto es desde primavera hasta finales del verano. Si vives en una zona donde no hay heladas o son muy débiles, de hasta -2ºC, podrás continuar abonándolo en otoño.

Multiplicación

Se multiplica por semillas o por separación de hijuelos. Estos últimos brotan cuando la planta madre está muriendo, al momento de florecer o poco después, cuando las flores se están marchitando.

Plagas y enfermedades

Es muy resistente. De hecho, no se conoce ninguna. Pero si se riega demasiado, entonces sí que podría acabar siendo víctima de los hongos patógenos. En este caso, habría que espaciar los riegos y tratar con fungicida que lleve cobre (en venta aquí).

Rusticidad

Aguanta bien las heladas de hasta los -15ºC. Pero si el ejemplar es joven es mejor que se proteja un poco.

El Agave parryi es una suculenta de hojas grises

Imagen – Wikimedia/Diego Delso

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